Crítica de Precipitados. Compañía 10&10-Narváez, Runde, Sanz. Sala Negra de Teatros del Canal. 26 de abril de 2022.
Fotos: © Pedro Arnay.
Los datos de los últimos años refuerzan lo que se ha venido a llamar pandemia silenciosa: cada día se suicidan, solo en España, una media de once personas. Y la agrupación 10&10-Narváez, Runde, Sanz, ha querido poner a este delicado tema, ensombrecido y a veces tabú, cuerpo y voz, presencia escénica, con su último trabajo, Precipitados, estrenado el pasado 21 de abril en los Teatros de Canal y en cartel hasta el próximo 1 de mayo.
No hay moralina en el montaje, ni adoctrinamiento o sentimentalismo dirigido, tampoco apología o justificación. Se consigue, con toda la dificultad que conlleva el no dejarse llevar por lo obvio que a veces lleva consigo el dolor, en un tema de estas características, mera exposición desde lo exquisito y refinado, alrededor de ese concepto clásico de belleza escénica que planea sobre el amplio repertorio de Mónica Runde, cofundadora de la agrupación hace más de tres décadas. Para ello, la obra recorre de manera velada, un claro esquema de planteamiento, nudo y desenlace, apoyado en una estructura que permite el lucimiento de los 9 intérpretes (cada persona en su propio código) y ofrece maneras de sufrimiento y desaparición. agua, piedras, salto, cuerda, una carta, vacío… los elementos escenográficos que van marcando el repertorio individual de la muerte, transitan por la misma expresión tenue en la que se sustenta el montaje, a pesar del completo conjunto que la conforma.

© Pedro Arnay
Destaca la contundente iluminación, poseedora de un lenguaje propio cargado de significado y fascinación (sobre todo en la escena final); las proyecciones que fortalecen el conjunto y la interpretación corporal, de mayor peso en las intervenciones individuales que grupales, especialmente las de Inés Narváez, Dácil González y la propia Runde. Los textos que pueden escucharse de boca de algunos intérpretes, autoría de Pablo Messiez, Itziar Pascual y los hermanos Bazo, casan bien con el espíritu general de la obra por encontrar su peso en la profundidad de lo mínimo (despunta especialmente el declamado por Mónica Runde, en una exigente combinación de lo hierático y lo cercano).
Se dan tantos componentes en este trabajo que sus autoras han querido llamar “acto escénico”, como se lee en el programa. Y así resulta, un hecho múltiple y poético de firmeza estética, tal vez algo frágil en su inicio al estilo “va por ustedes”, que si bien apunta un tono tragicómico, en ocasiones bienvenido, puede desvirtuar el eje de profundidad de la pieza, de sólida resolución, en cualquier caso.