En 2016, Trayectos Danza, en la línea de trabajo que viene desarrollando alrededor de la danza y en la que tender puentes hacia su comunicación es parte fundamental, decidió abirir un espacio de encuentro con los espectadores de este festival (son muchos) que se mostraran interesados, para construir herramientas que difuminaran distancias con la danza contemporánea. Aún se puede escuchar lo de “me gusta, pero no lo entiendo”, cuando esta disciplina aparece en debates populares. Y al respecto se me ocurre una respuesta, que espero sea tranquilizadora: “no hace falta”. Cuando la creación que se manifiesta delante de nuestros ojos no nos recuerda a nada de lo almacenado en nuestra retina o memoria, pueden darse varios tipos de reacción: sorpresa, curiosidad cuando despierta interés, o rechazo y descarte. Estas dos últimas suelen estar relacionadas con el estado de fragilidad en el que nos deja tener delante algo que no comprendemos y para lo que no solemos tener dispositivos que lo gestione. La historia de la creación contemporánea en todas las disciplinas imaginables está repleta de ejemplos.
Asumir este primer paso como espectadores con parte activa en toda muestra artística, es importante. Marcel Duchamp llevó esta idea al extremo y afirmó que “contra toda opinión, no son los pintores sino los espectadores quienes hacen los cuadros”. Situándonos en un punto menos radical, asumiremos que, como público, no solo somos contenedores de la información que se nos lanza desde la escena, sino que hacemos algo con ella. En esta última acción del proceso comunicativo, es donde conviene tomar conciencia del poder que se nos otorga y en consecuencia, de nuestra responsabilidad.
Se me ofreció conducir estos encuentros con el público, que se desarrollan durante tres días una hora antes de la muestra de espectáculos de tarde (a las 18´00h) con el objetivo de construir un espacio cómodo y relajado alrededor de la danza. De ahí su nombre, T / Té con danza. Una reunión distendida en la que la danza hace las veces de taza de infusión. Y dos son los focos principales sobre los que ideé su desarrollo: contextualizar, con información, las piezas que se mostrarán en el festival e iremos viendo, y trabajar para vivirlas con una mirada responsable.
En este último punto, T / Té con danza es un espacio para la libertad. En el que, como espectadores, comentamos las sensaciones e interpretaciones que las piezas que vamos viendo nos provocan (en este sentido, estos encuentros se convierten en una lectura y seguimiento del festival). Pero también, y esto es primordial, es un espacio para el respeto. No se trata de desechar un espectáculo que hayamos visto, a la primera de cambio porque sí. O alzarlo hasta el paraíso con entusiasmo desmedido. Sino de analizar por qué no ha interesado o ha encantado y sobre todo, y en este marco, localizar qué parte de nosotras estamos poniendo en ello como espectadores.
Un espectador es un ser activo, siempre. Y hasta el hecho escénico se acerca con un buen equipamiento de condicionantes: lo que sé o me han contado del espectáculo; lo que espero y da lugar a expectativas (grandes aliadas del fracaso); lo que no sé y me procova desconcierto; lo que yo hubiese querido que fuera; incluso el momento vital en el que estoy como espectador o el día que tengo. Evitar todo esto, coartadas a veces a favor, otras en contra para la lectura final, es quimera. Pero ser conscientes de ellas y admitir lo que cada una pone de lo suyo en lo que se nos está contando, es indispensable.
No se trata de ser condescendientes. Ni de hacer terapia grupal. Sino de asumir la parte que nos toca como público y analizar, desde el respeto, lo que se nos ofrece. De trabajar para ser espectadores responsables.
Os espero.
