Conseguir un público fiel pasa por el cuidado, la dedicación y el tiempo y su paso, aliado casi siempre. Conseguirlo alrededor de la danza contemporánea, disciplina aún sin el lugar que le corresponde, duplica su mérito. El del Festival Trayectos Danza se alza llamativo desde hace muchas ediciones. Llena plazas, espera las propuestas identificadas previamente y aguanta la lluvia, como ha pasado en la última edición de este encuentro celebrado en Zaragoza, que en su última jornada del domingo 1 de julio se vio bañado por una tormenta inesperada y dibujó estampas de esas que se guardan en la memoria para siempre. Pero vamos por partes.
Hace unos meses, la directora de este encuentro con la creación contemporánea de la danza en Zaragoza, Natividad Buil, declaraba a este medio de comunicación que programar cristaliza en “generar contextos, complicidades y construir canales que comuniquen información e ideas con personas”. Hablaba de la Red Acieloabierto, plataforma que aglutina a éste y otros festivales nacionales con danza exhibida en espacios no convenionales. En Trayectos estas palabras han alcanzado su máxima y los trabajos de compañías mostrados, desde los más emergentes a consagrados, desde los de acento nacional a internacional, han compartido marco con actividades de corte social e inclusivo como el de danza comunitaria (la ciudadanía participa con vídeos que se muestran en la primera jornada del festival), que este año llevó el lema Bailando se entiende la gente; el itinerario de Trayectos en bici, en complicidad con la Ciclería, y el encuentro con el público, en el que se intenta trabajar alrededor de la figura de espectadores responsables. Creadores, público y ciudadanos, en el epicentro.
Arrancó la muestra el jueves 28 de junio en el espacio Etopia con la segunda edición del Laboratorio de Danza y Nuevos Medios, en el que prima el proceso sobre el resultado final o artístico, y con la mirada curiosa de quien asiste a la conclusión de un experimento, es conveniente acercarse. Coordinada por Alba Lorca, durante la tarde se vieron trabajos relacionados con proyecciones, drones y trajes interactivos y el numeroso público asistente anunciaba, sin saberlo, la concurrencia que acompañaría el desarrollo del festival.
A las 18´00h del día siguiente arrancaron los trabajos programados en esta edición número 15 de Trayectos Danza. El marco elegido, un año más, el Paraninfo de la Universidad. Las propuestas que se vieron en el espacio magno, Cocuyo, de la agrupación mexicana Pájaro Mosca; La siesta, de la compañía andaluza La Petite Producciones y Liov, trabajo de Diego Sinniger, interpretado por él mismo junto a Francisco López Juan, que se mostró en esta ocasión con ausencia de música y ganó en tensión dramática y en la complicidad que abandera este poderoso dúo. Como ya ocurrió el año pasado, la Iglesia de San Cayetano dio paso a uno de los momentos mágicos de la muestra, en esta edición, protagonizados por la bailarina y coreógrafa Carmen Werner que mostró su solo En blanco, y la Cía. Daniel Abreu, que puso a los pies del altar Más o menos inquietos, dúo interpretado por Carmen Fumero y Carlos Núñez. El recogimiento del espacio se mantuvo intacto. Lo sacro también, reinterpretado por la libertad de la danza contemporánea.
El sábado arrancó a las 12´00h con la Conferencia ilustrada sobre danzas urbanas Transmissions, creada e interpretada por los bailarines Guille Vidal-Ribas y Javier Casado. Un inteligente y eficaz recorrido por el movimiento hip hop que contó, en esta ocasión, con la colaboración de Nacho Fernández, miembro del colectivo Circle of Trust, para ilustrar la danza urbana de Zaragoza. Proyecciones, música, información y danza, con la interpretación de sus protagonistas, hacen de esta propuesta una herramienta fundamental entre lo didáctico y lo lúdico para acercarse a este tipo de disciplina. Ya en la jornada de tarde, protagonizó Manuel Liñan y su espectáculo Con-vivencias en el Museo de Zaragoza, uno de los momentos álgidos de la velada en un trabajo que es muestra de su discurso flamenco y puso en diálogo el cante de David Carpio con su personal interpretación y dos sillas, escenografía y dramaturgia del espectáculo.
Una abarrotada Plaza de San Bruno acogió tres propuestas más, siendo Business World, de la compañía Montón de Paja y Trigo / Javier Guerrero, la más aplaudida. Se vieron también trabajos de Carla Diego (Plangere) y la joven compañía de Zaragoza Peace of mind (Ephímero). El Centro Cultural Comunitario Luis Buñuel tomó el relevo para cerrar la noche con la divertida propuesta We ding! de Los Moñekos y la ya tradicional Verbena Contemporánea en la que el público toma la pista.
El último día de festival, el domingo 1 de julio, se presentó intenso en propuestas y climatología. Un flamante sol y casi 40 grados de temperatura acompañaron los trabajos de la mañana, que pudieron verse, también a través de un recorrido en bicicleta propuesto por el festival. Y destacan, en dos de ellas, el uso del espacio que se hizo por parte de sus protagonistas. Es el caso del joven Iván Benito y su solo Galápago, con el que acabó sumergiéndose en el río, y del intérprete y creador italiano Davide Valrosso, que integró árboles y naturaleza disponible del Parque José Antonio Labordeta a su propuesta. También se vio el delicado trío Watcher, de la compañía taiwanesa Hung Dance.
La tarde se vio sorprendida por una tormenta de intensa, pero intermitente lluvia, que bañó la espera de algunas obras y obligó a ciertos cambios sin que ninguno de los montajes dejara de mostrarse en el Paque José Antonio Labordeta. Y se consiguieron momentos únicos. Por las propuestas presentadas (One hit wonder, de Carla Segovia y Guillermo Aguilar; Extracto abierto, sólida y personal pieza de Marco Flores; de gran fuerza y precisión, Billie Jean, de la Intrusa Danza, interpretada por Agnes Sales y Gisela Bonet; y oníricas, minuciosas y de gran poesía, Birdy, también de Hung Dance e Inverted Tree, un solo de la agrupación japonesa Atama to Kuchi) y por la fidelidad de un público que permaneció casi al completo a la espera, bajo paraguas, bolsas de plástico y arboleda. “Los bailarines están dispuestos a bailar”, comentó en un momento de la velada la directora del festival. “Entonces, nos quedamos”, se escuchó entre los espectadores. Y así fue.