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Ayer y hoy del flamenco – Unblogdedanza

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Entrevista a María Pagés (realizada y publicada en 2009 por el estreno del espectáculo Dunas)

De la intensa agenda que preside la vida profesional de María Pagés (Sevilla, 1963), destaca una cita por insólita y seductora: el estreno de Dunas, un dúo nacido del encuentro con el creador Sidi Larbi Cherkaoui, reconocida figura de la escena contemporánea internacional. Ella es flamenca de pro. Él, coreógrafo y bailarín formado en danza contemporánea. ¿Cómo se produce esta aproximación? Sin duda, las grandes dosis de curiosidad con la que cada uno de ellos ejerce su oficio, propicia la predisposición para la búsqueda, la mezcla y la convivencia. María Pagés es una bailaora interesada en los preceptos de siempre del flamenco, pero también en aquellos que le han lavado la cara convirtiéndolo en un arte más vivo y cercano a la creación contemporánea. “Los intercambios artísticos favorecen una mayor comprensión entre los seres humanos”, dice la bailaora. Sidi Larbi, interesado en la exploración social, religiosa y multicultural, tiene en su haber un buen número de trabajos que dan fe de este lei motiv de diversidad. Se conocieron hace cinco años en una entrega de los Premios Nijinsky en Montecarlo. Pagés, en calidad de artista invitada para entregar un premio, y Ckerkaoui como coreógrafo revelación. “Vi su obra In Memoriam, creada para Los Ballets de Montecarlo, y me encantó”, comenta la bailaora. “Así que me acerqué para felicitarle. Rápidamente me sorprendió la paz que transmitía Sidi Larbi. Además iba acompañado de su madre y eso me enterneció. El caso es que él conocía mi trabajo que había visto en vídeo. Y a partir de ahí, por casualidades de la vida, empezamos a coincidir por el mundo”. Una rueda de prensa en el Festival Cervantino, un encuentro en Pekín donde Sidi Larbi andaba trabajando con los monjes shaolíes para su espectáculo Sutra… y con todos y cada uno de estos encuentros, la admiración mutua y complicidad iba en aumento. “Un día”, continúa María Pagés, “me llamó para decirme que tenía unas horas libres y que iba a Madrid a verme. Lo recogí en el aeropuerto, nos fuimos a Torrelodones, estuvimos trabajando, nos tomamos un té y lo volví a llevar al aeropuerto”. Desde aquel momento, muchas ciudades internacionales han servido de local de ensayo para estos dos artistas. Se han visto en Berlín, París, Barcelona… Dunas es un trabajo que refleja la armonía que existe entre los dos. Una fluidez que es fruto de una mutua admiración. Nos ponemos a bailar juntos y no existe ninguna dificultad. Nos ocupamos el uno del otro, y es como un regalo. Yo lo veo y le digo: `Qué bien te ha quedado esto Larbi´ y él me dice `qué bonito esto María´. Este trabajo es casi un premio para los dos».

P- ¿Y cómo conviven los dos lenguajes, el flamenco y el contemporáneo en Dunas?

R- Pues cuando nos planteamos el trabajo habíamos decidido que cada uno se iba a mantener en su terreno. Él con lo suyo y yo con lo mío. Como en una relación de amor cuando una dice:  `voy a llegar hasta aquí´. Pero empezamos a trabajar ¡ y aquella teoría se cayó! Entramos en otra dimensión. Voy a bailar flamenco, por supuesto. Pero es que también voy a bailar con Larbi cosas que ni se pueden definir. El otro día, con un trozo de tela, ¡no sabes las cosas que salieron de ahí! Y eso es lo interesante.

Renovación flamenca

No es la primera vez que María Pagés sitúa al flamenco en códigos más contemporáneos. La primera incursión en caminos poco contemplados para este arte, la hizo al frente de su compañía con el estreno de El Perro andaluz. Burlerías en 1996. Con este trabajo bailaba flamenco a ritmo de Tom Waits y Peter Gabriel. Una de las más recientes ha sido su visita al Baryshnikov Arts Center de Nueva York, invitada por el mismísimo Mikhail Baryshnikov para presentar un espectáculo e impartir unos talleres. De aquello surgió el montaje Autorretrato (2008) y una fructífera relación profesional. El bailarín y coreógrafo la ha invitado ha participar en el Festival de Sarasota, que dirige, el próximo año. “Me sorprendió su trato y su interés”, comenta la bailaora. “Baryshnikov iba por allí todos los días que estuve trabajando. Llegaba incluso antes que yo al estudio, y mira que yo llegaba temprano… Hacía fotos, me preguntaba. Una maravilla”.  La siguiente cita en la que María Pagés volverá a emplazar al flamenco en marcos poco ortodoxos será el 3 y 4 de octubre en el Teatro Real, donde compartirá escenario con el bailarín de clásico Carlos Acosta.

P- ¿Qué le motiva a usted de un proyecto ajeno a su compañía para que se lance?

R- Pues a mí me tira algo cuando verdaderamente veo que hay un interés sincero por el flamenco desde otros lugares. Desde pequeña he sufrido, de alguna manera, lo que es ser marginado por ser flamenca. Cuando con 15 años llegué a Madrid desde Sevilla, siendo el doble (físicamente) de lo que soy ahora, muy sevillana y muy `apretá´, sentí que no valía lo mismo que el resto de mis compañeros porque no tenía tanta formación clásica. Aunque yo estuviera mejor preparada para bailes puramente flamencos, me quedaba fuera. Y aunque supongo que habrá bailaores de fuera de Andalucía, que al llegar a Sevilla también hayan sufrido esta discriminación, yo lo pasé mal. Sentía que el flamenco estaba infravalorado. Así que cuando Baryshnikov o Larbi, miran para acá, me hacen creer más.  Ahora el flamenco es una fuente de inspiración para otros creadores, como lo fue en los años 20 cuando Picasso y otros intelectuales estaba muy ligados a este arte. Y ahora siento que vuelve a estar presente y que además están pasando cosas.

P- En la actualidad se habla incluso de una corriente de renovación del flamenco, ¿usted se siente dentro de ella?

R- Pues, honestamente y con algo de apuro, te digo que pienso que yo fui una de las primeras que abrió esa corriente. En mi obra El perro andaluz, que tiene 13 años, yo bailaba con música de Tom Waits y Peter Gabriel. Y además lo hice en Sevilla, que en aquella época no había esa consideración hacia trabajos más nuevos como puede haberla en Madrid.

P- ¿Y  la criticaron por ello?

R- Pues nunca se ha hecho directamente pero yo sabía que la crítica de los más puristas andaba por ahí. En el sur es donde más ha costado hacer los cambios, y yo sabía que arriesgaba. Pero no me costó nada porque creía en lo que estaba haciendo. Ahora el flamenco vive un momento de evolución importante.

P- ¿Le preocupa saber cómo se la ve dentro del flamenco?

R- No. Más me preocupa cómo me veo yo, que soy súper estricta

P- ¿Y cómo se ve usted?

R- Exigente y pesada. Soy muy rígida conmigo misma. Y en ese aspecto, creo que al menos soy sincera.

Una vida

El próximo año la compañía de María Pagés cumple dos décadas de trayectoria. Un camino que comenzó en Sevilla donde la bailaora estrenó sus primeros trabajos, y que desde hace diez años continúa en Madrid con su agrupación como compañía residente del Teatro Bulevar de Torrelodones. Al frente de su formación, ha recogido María Pagés algunos de los galardones más prestigiosos en danza. Ha recorrido grandes escenarios de capitales punteras de la cultura internacional. Se ha forjado un estilo propio en la interpretación flamenca marcado por sus brazos. Larguísimos y protagonistas de su baile. Evocadores de entusiastas críticas. Recuerda la bailaora, que antes de caminar ya los movía como si le fuera la vida en ello. “Hay una foto, en la que tengo unos seis meses y estoy vestida de gitana para mi primera feria, en la que ya tengo los brazos levantados hacia arriba. Sé que es una cosa muy mía, y aparte de trabajarlos mucho con maestras como María Magdalena y Matilde Coral, el moverlos así me sale casi natural. Además, es verdad que son algo más largos de lo normal”.

El repertorio de María Pagés, dibujado también por obras creadas para otras agrupaciones como Ilusiones F.M (2002),  estrenada por el Ballet Nacional de España, es amplio en materias y la vida misma se presenta como fuente inspiradora. “Las ideas están ahí, pero uno no siempre es capaz de verlas. A veces necesito crear una obra a partir de una historia, como en La Tirana (1998); o de un tema y dejarme llevar, como el surrealismo en El perro andaluz (1996); o me pongo reivindicativa como en Canciones antes de una guerra (2004) y cuento el rechazo que me provocaba la guerra de Irak; Flamenco Republic (2001) fue una vuelta a las raíces del flamenco;  o me inspiro en los poemas de Lorca, Machado y Saramago…”

P- La poesía es de hecho, un tema recurrente en sus obras.

R- Es que el cante es poesía. Cuando era chica, me daba cuenta de que lo que me cantaban me gustaba horrores, pero no lo entendía. Pensaba, `¿pero qué están diciendo?´. Y ya entonces el cante me atrapaba. No soy lectora de este género a diario. Tengo rachas. Pero para bailar, me encanta. El flamenco ha sido el que me ha llevado a aficionarme a la poesía.

P- De nuevo aparece el flamenco como descubridor de otros mundos

R- Es que ahí es donde yo veo su potencial y su fuerza. Fíjate que es un arte que viene de la calle, del pueblo, y que se sube a un escenario para mostrarse. Y en ese sentido, el flamenco aún es un arte nuevo en los teatros. Así que seguro que todavía tienen muchas más aplicaciones aún por descubrir

P- Sus últimos trabajos, Sevilla (2006) y Autorretrato (2008), parecen ir en una línea más introspectiva, donde usted se baila a sí misma…

R- Sí, con estos dos trabajos me he atrevido a decir cosas que seguramente nunca hubiera dicho de otra manera.

P- ¿ Y en qué medida es importante el público a la hora de montar un espectáculo?

R- Lo único que me preocupa es hacer las cosas de una manera sincera. A veces me han ofrecido cosas que he rechazado porque sencillamente veía que no podía hacerlas mías. Necesito poder dar lo que siento, lo que hago. Tener la posibilidad siempre de bailar en lo que creo.

P- ¿Y siempre quiso usted bailar?

R- Sí, desde pequeñita. Recuerdo la primera vez que me subí a un escenario. Fue en el Teatro San Fernando de Sevilla en un fin de curso. Me acuerdo de la irregularidad de la madera del suelo y de que tenías los pies fríos, como el hielo, de los nervios

P- ¿En casa la apoyaron?

R- Muchísimo. Pero además yo tenía tanta fuerza en la decisión de querer bailar, que no existía otra posibilidad para mí. Así que mis padres fueron hábiles y generosos y me apoyaron

P- ¿Alguna vez soñaba con llegar al lugar donde se encuentra?

R- Pues nunca he sido muy soñadora. Soy realista, austera y muy del presente. Tengo muy claro que soy una privilegiada por estar donde estoy. Pero nunca fantaseé ni me imaginé nada. Esto es lo que tengo, lo que soy y hasta donde he llegado.

(Publicada en Susy Q. Revista de Danza. Año 2009)

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