Entrevista a Roser López Espinosa/Estreno de Lowland (Del 8 al 10 de marzo). Mercat de les Flors (Barcelona)
Su cuerpo contiene una vasta memoria trazada en España y Holanda. Aquí y allí se ha formado y ha trabajado con reconocidos nombres a los que profesa admiración y reconoce influencia. Katie Duck y la Magpie Music Dance Company y Àngels Margarit y Mudances, con quien ha trabajado estrechamente en los últimos años, dos muestras. También se encuentran en este catálogo de maestros y compañeros Cesc Gelabert e Isaki Lacuesta, Iago Pericot, Pere Faura… “y reconozco la influencia de coreógrafos con quienes he estudiado y/o cuyo trabajo he seguido de cerca, como Thomas Hauert, Sasha Waltz, Anna Teresa de Keersmaeker y Mal Pelo. Luego está el trabajo de la gente de mi generación que me motiva cada día”, apunta. Sin embargo, o tal vez por todo ello, Roser López Espinosa (Granollers, Barcelona, 1980) viene enseñándonos desde hace poco más de un lustro, cómo esa memoria puede reconducirse hacia un aquí y ahora de hacer propio (y concluyente) en el que ni siquiera su juventud parece jugar a la contra. Con Lizard´s skin (2006), primer trabajo coreográfico con el que sorprendió en escena, se alzó con el primer premio de solos del Certamen Coreográfico Masdanza. No fue el único. Otros llegaron poco después reconociendo su trayectoria coreográfica. Còncau II (2008), Miniatura (2010), Stranger and Stranger (2012), Before the wall (2012)… Todos solos y dúos de ecléctico movimiento entre la fuerza de lo corpóreo y la precisión. “Me maravillan la versatilidad y la imaginación del cuerpo y trabajo con la idea de que está lleno de paisajes porque la paleta de movimiento y de imaginarios físicos posibles es infinita. Para cada proyecto me planteo crear un universo concreto: ¿de qué va esta pieza? ¿alrededor de qué temática gira y cómo puedo traducirla a un vocabulario que no pertenezca a cualquier otra pieza sino que sea particular de ésta? Procuro singularizar y sacarle todo el juego posible. A veces son motivos, un tipo de fisicidad o una manera de trabajar con el espacio escénico. De esa manera creo que consigo más matices y más sutileza, ya que mis ejes de trabajo están siempre de fondo, como una constante”.
Còncau II
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En su nuevo proyecto, Lowland, donde comparte creación y escena con el bailarín y coreógrafo libanés afincado en Barcelona Guy Nader (“Guy Nader es mi cómplice en este viaje. El lenguaje físico de Lowland se asienta en gran parte en la idea de colaboración y ese funcionamiento de equipo se ha dado también en los ensayos”), el movimiento de las aves migratorias es arranque y vehículo. “El cuerpo no es el lastre, sino condición de vuelo”, decía Chantal Maillard (Filosofía en los días críticos). Y sobre esta premisa y “el movimiento, el aprendizaje, el esfuerzo, la tenacidad y la resistencia, la belleza, el espíritu de superación y el espíritu de libertad”, que desencadena a su alrededor, gira esta nueva creación, coproducción del Mercat de les Flors de Barcelona y que se ha desarrollado a través de varias residencias. “Lowland tiene más dinámica que mis piezas anteriores, tiene algo de reto a nivel de exigencia física y aguante. El esfuerzo físico me parece emocionante. Y también supone una vuelta a la animalidad del movimiento, más intuitivo, como en mi solo The lizard’s skin. Permanecerán los ejes sobre los que me gusta trabajar: la imaginación, la potencia física, la sutileza, el riesgo, la sugestión y el detalle”.
Publicado en Susy Q. Revista de Danza. Marzo-Abril 2013