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Rituales de nuestros creadores – Unblogdedanza

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Recoge el periodista Mason Currey en su libro Rituales cotidianos: Cómo trabajan los artistas (Turner), hábitos, patrones y hasta manías, de algunos de los grandes creadores de gran parte de la historia: las duchas de 45 minutos de Woody Allen para salir de bloqueos; las caminatas de 10 kilómetros de Erik Satie; las resacas que a Francis Bacon aportaban grandes momentos de lucidez; los 60 granos que debía contener el café matutino de Beethoven; el silencio absoluto y la organización que Charles Dickens necesitaba… Más allá del propio interés de conocer esas íntimas situaciones desde donde puede nacer una obra y de la importancia que parece tener ese compendio de hábitos en la construcción de la identidad de cada cual, para uno mismo y frente al mundo (“el ser humano es un manojo de hábitos”, decía el científico y filósofo Charles S. Pierce), resulta interesante y especialmente en el caso de los artistas, la doble función que parece proporcionar el ritual de cada quién: la capacidad de humanizar al creador frente al resto de los mortales y la posibilidad de acercar al testigo y receptor de su obra. Además de para disfrutar con algunos de los rituales de grandes artistas, releer sobre identidad y revisar mis propias manías, el libro de Currey hizo que me preguntara por nuestros coreógrafos y coreógrafas. ¿Cómo crearán? ¿Cuáles serán sus rituales? ¿Qué patrones personales se repiten en sus procesos? Cuadernos, viajes, silencio, orden… He aquí una pequeña selección de rituales coreográficos (y humanos) de algunos creadores (por orden alfabético).

 

DanielAbreu.©PedroArnay

 

Daniel Abreu

No puedo dedicarme a mí, a calentar o a tomar conciencia de mi trabajo, hasta que está todo lo demás hecho (luces, sonido, espacio…). Con la consecuencia de que muchas veces no puedo calentar. Cuando ya está todo, necesito silencio y poca gente alrededor. Me molesta escuchar la música del espectáculo antes o ver las memorias de luces. Si necesito ritmo, pongo el último éxito de la radio. Y a la hora de empezar me digo: «adelante, a lo que sabes hacer. Éste soy yo, sin más». Mi manera de ponerme nervioso es muy extraña y surgen mil maneras de boicotearme, así que me centro en todo, tratando de despistar al inseguro que me habita. Para la creación, trabajo mejor a última hora de la tarde. Y cuanta más presión por tiempo tenga, mejor funciono.

 

 

Judith_Argomaniz ©Diego HernándezJudith Argomaniz

No me gusta la rutina y procuro huir de ella. Así que busco estímulos, de alguna manera, para mantenerme receptiva a nivel creativo. Pero de lo que no puedo huir, y además tengo una especial necesidad, es de ir a ver el mar. Es ahí donde, estando sola, llego a conclusiones, cierro escenas y resuelvo dudas. El mar, para mí, es un buen compañero de vida y por consiguiente, está presente en cada una de mis creaciones.

 

 

 

Cesc Gelabert

A la hora de hacer una coreografía las circunstancias son muy diversas pues intervienen muchas personas y los procesos varían enormemente. No es lo mismo hacer un solo para mí que una coreografía para nuestra compañía o un encargo para una inauguración o una compañía de repertorio. No es como un pintor o un escritor que está a solas ante su obra. Necesito, antes de empezar los ensayos, empaparme del sustrato cultural en el que se sitúa la obra. Es un tiempo a solas con mi imaginación en frente de mis notas. Haciendo todo tipo de juegos mentales, incluso soñando. Ya en el estudio, si es un solo, me gusta combinar la improvisación empapado de las imágenes que he creado y luego la reflexión lo mas distanciado posible, normalmente mirando los vídeos que he grabado, en casa o incluso por la noche.

Con los bailarines me gusta ir saltando de una sección a otra, hasta que la obra va cogiendo su propia personalidad y habla por si misma. Pero depende de cada bailarín, cada uno tiene su propio proceso. No es lo mismo los fragmentos de pocos bailarines que los de grupo. A veces necesito cerrar los ojos y olvidarme de todo lo que me rodea. Otras, las cosas salen como si vomitara y necesito que los bailarines sean capaces de seguirme, coger las cosas al vuelo.

Todo depende de las personas. Imagina lo que puede ser coreografiar a un coro justo después de una reunión sindical en un teatro con problemas de personal, en un ambiente enrarecido, comparado con trabajar con nuestra propia compañía.

En fin nosotros trabajamos con personas no con materiales, siempre hay que encontrar un equilibrio con los otros, pero quien manda es el arte, la coreografía, yo me considero su sevidor.

Roser López Espinosa

Siempre que puedo, me preparo un té para empezar. Luego, una vez ya con la ropa de ensayo y descalza, paso la mopa por el suelo del estudio. Es un ritual que me gusta hacer sola. Recorro y limpio mi espacio de trabajo y eso me sirve para conectarme con él y con los pensamientos que tengo para ese día. Llevo mis libretas llenas de recortes, collages, notas y dibujos. Escucho algunos temas musicales cientos de veces a lo largo de los años, porque me conectan con un tipo de fisicalidad concreta. Y en el tiempo libre veo ciertos documentales de naturaleza salvaje en condiciones extremas, porque me inspiran sobre movimiento, paisajes, sonidos y luz.

María M. Cabeza de Vaca

Si en mi vida tengo algunos hábitos regulares, cuando estoy inmersa en un proceso creativo, los abandono. Son épocas de poco orden, de caos. Cada proceso creativo además es diferente y en cada uno de ellos aparecen hábitos distintos. Algo en común es que la cabeza está en constante estado de excitación y de escucha, descubriendo señales en todo estímulo externo, pistas en cualquier lectura, mensajes en cualquier fotografía o película, explicaciones en cualquier suceso externo, todo parece conectarse con el tema que estoy tratando, con la pieza que estoy creando. Es como si encontrara significados en el exterior de todo el mundo amorfo, que de forma intuitiva y espontánea dejo salir en el estudio.

Me encuentro poseída por una especie de estado de euforia. La cabeza está activa en todo momento, incluso de noche. Son épocas de sueño inquieto y de insomnio. Camino despistada de un lado a otro, hablo sola repasando textos o hago movimientos en momentos inoportunos… Parece que estuviera en contacto con fantasmas… ja, ja, ja.

Normalmente trabajo con cámara de video, si estoy dentro y fuera de la pieza. Desde hace años hago Katsugen, práctica japonesa para conectar con el movimiento espontáneo de la columna y de la mente, y disponer el espíritu para la creación. Esta rutina física me ayuda a abrir los canales creativos.

José Carlos Martínez

En general duermo muy bien pero cuando estoy en fase creativa, me suelo despertar muy temprano, pensando ya en la pieza que estoy creando. Como a las 6 de la mañana, se pone el cerebro en marcha y me vienen ideas que no había tenido hasta ese momento. Y en general, suelo coreografiar en los aviones. Si tengo once horas por delante hasta llegar a Japón, me siento, me relajo y empiezan a fluir ideas. De tal manera que tengo varias partes de coreografías ideadas en un avión. Ahora ya soy más organizado y llevo mi material. Al principio anotaba en cualquier papel, hasta en la carta del menú y lo iba guardando todo en una carpeta.

Rocío Molina

Mi humor cambia, soy más difícil. Estoy 24 horas concentrada por y para eso. Y me resulta complicado salir de ahí aunque sé que debo hacerlo. Porque empiezas a odiarte ti misma y lucho para que no se rompa demasiado mi vida. Intento normalizarlo y se convierte en una pelea en la que no te soportas ni tú misma

Chevi Muraday

Permanezco callado, casi mudo, durante mucho tiempo y aunque esté con el equipo de creación me limito a escucharles y observarles mientras que, supongo, se organiza la información en mi cabeza. Esto genera en el grupo una  cierta incomodidad ya que el silencio no es habitual en mí.

Otra cosa que observo que ha cambiado en mis procesos, es que necesito tener todo lo más cerrado posible antes de comenzar la producción. Antes dejaba más espacio a la improvisación y ahora me gusta empezar con todo mucho más amarrado.

Y durante los ensayos,  cosa que no pasa habitualmente, me puedo beber unos dos litros de coca cola diarios, lata arriba, lata abajo.

Antonio Najarro

Cada vez que tengo que crear una nueva coreografía busco en los viajes la mayor inspiración. Escuchar las músicas que tengo que coreografiar durante un trayecto, ya sea en coche, tren, avión, etc, es mi mayor fuente de inspiración. Construyo mucho mejor la idea principal de una coreografía cuando asocio la música a la visualización de paisajes, porque me abre mucho la mente y me deja volar mucho mas la imaginación. Es más, cada vez que veo una de mis coreografías, recuerdo perfectamente el viaje en el que se gestó la idea principal de la misma.

Teresa Navarrete

Si voy a trabajar por la mañana necesito haber desayunado muy bien y sin prisa. Necesito también, que el espacio de trabajo esté muy ordenado y con una iluminación agradable, si puede ser luz natural mejor que mejor. Tener un tiempo de reposo tumbada en el suelo y de silencio antes de comenzar. No soporto el frío en el espacio de trabajo, me gusta trabajar con calor. Prefiero crear en verano. Me gusta que en los espectáculos nuevos, siempre haya algo del anterior. Un objeto, un pequeño detalle de cualquier cosa, una referencia de movimiento… casi siempre arrastro algo de lo anterior a lo nuevo.

Asun Noales

Soy una yonki del movimiento. Me apasiona la danza física y para desarrollarla necesito un ambiente mágico en la sala, místico y sereno  para que los procesos puedan iniciarse. Intuitiva hasta la médula, no preparo ni un solo paso para un ensayo, me dejo llevar por ese alguien que me habita y que me sorprende en cada creación. Podría llamarlo inspiración.
Nunca me falta una libreta donde voy visualizando el espacio y la iluminación, a la par que las escenas y la coreografía. Necesito bailarines que sean danza, que sean verdad, no que la hagan ni la imiten, sino que estén por encima de ella para que «la danza» pueda aparecer en todo su esplendor. Trabajo con delicadeza, soy meticulosa y obsesiva con las transiciones. Las palabras enlazar, proyectar y fluir se repiten en todos mis días. Obsesiva con el ritmo y la dinámica, buscando tanto un
tempo interno como una mímesis entre música y movimiento. Me pongo muy seria, no enfadada, pero sí hacia dentro. Recogida en mis pensamientos para poder salir hacia afuera y encontrarme con el otro (mis bailarines), mis herramientas para crecer. Maniática de la búsqueda de la belleza desde la sencillez. Exigente, desde el amor y el buen rollo. Mis trabajos requieren mucha implicación y exigencia física. Siempre busco otros yo y otros lugares para mis nuevos viajes, nunca me aburro y nunca me frustro. Trabajo desde la alegría y el placer y si algo no sale, busco otro camino.

Janet Novás

Para inspirarme escucho a Bach o Chopin en un lugar abierto (la calle, el campo, la playa…) para poder contemplar el movimiento de la naturaleza, lo que se mueve y se transforma. Luego repito a los mismos compositores, ya encerrada sola en mi habitación, a partir de la 1 de la madrugada, normalmente. También me inspira subirme a un avión o a un tren. Un viaje. Ambas me hacen perder la noción del tiempo. Si tengo algún bloqueo, me echo a dormir 20 ó 30 minutos y así las ideas se ordenan. Los ensayos comienzan bailando con Janis Joplin, Aretha Franklin, Bonnie Tyler, Whitney Houston, Michael Jackson, Beyoncé o Rihanna…¡grandes de la música! Hasta caer muerta de cansancio. Y a partir de ahí…

Mónica Runde

Yo no puedo empezar un trabajo si no he comprado antes un flamante cuaderno de notas (con cuadros, nada de en blanco) y un buen bolígrafo. Voy anotando ideas, bocetos, aportes del equipo artístico… Y según avanza la producción, se suman notas y correcciones para los bailarines, etc Aunque sobre más de medio cuaderno, nunca volveré a utilizarlo. Pertenece a esa creación.

Antonio Ruz

Algún patrón que se repite es el de encontrarme en la cama para dormir y tener que levantarme a coger mi cuaderno para apuntar alguna revelación que se me ha ocurrido sobre la pieza que estoy escribiendo. Con No Drama me pasó bastante. ¡Y vivía en un dúplex! También me pasa mucho caminando por la calle y viajando en avión o en tren. Todo lo que es medio de transporte y viaje, me ayuda a encontrar conexiones.

Carmen Werner

Tengo tantos hábitos que no sé cual decirte… Desde luego, lo más notable es que trabajo todos los días del año pero siempre a partir del desayuno. Las horas a las que lo hago, son impredecibles: pueden ser las 3 o las 5 de la mañana… Y fumo más cuando estoy en creación.

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