Crítica. Limits. Coreografía: Manuel Rodríguez. Teatro Pradillo (Madrid) 7 de abril de 2011
A veces ocurre. Cuando una pieza crece y aumenta su duración partiendo del germen que fue, se pierde en el camino y la fuerza que residió en la inmediatez del formato original, se desvanece. Pero no es éste, ni mucho menos, el caso. Esta nueva versión de Limits, que ahora transcurre en cincuenta minutos desarrollados a partir de los veinte en los que acontecía el prometedor montaje originario (estrenado en 2010), parece haber evolucionado por el camino apropiado hacia una contundente madurez, que no deja de sorprender por encontrarse en los inicios coreográficos de este joven creador, bailarín de compañías como Provisional Danza, La Veronal y Projects in Movement, y significativa revelación en la escena creativa contemporánea. Manuel Rodríguez presenta un trabajo del que entusiasma la potestad escénica con la que se desarrollan todos y cada uno de sus elementos (el espacio que exprime en concepción e interpretación; la iluminación, la música y su ausencia..), y coexisten, estudiada y eficazmente, con el principal componente, eje y fármaco, del montaje: él mismo y la apropiación que ejerce el creador sobre un lenguaje que encuentra su base en la danza contemporánea y su particularidad en barajarla con otros acentos dancísticos como el body popping, y con el que el joven intérprete, vestido de David Delfín, se expone a situaciones límite resueltas desde una rigurosa y vehemente corporeidad, que multiplican su soledad escénica en una especie de solo coral.
