Una sencilla estructura metálica viste el grueso de la escenografía de Protagonist. También el de su narración y discurso. Sitúa y construye evocadores contextos en un inteligente y depurado gesto escénico. De desolación, abandono y supervivencia, por ejemplo, en tan solo un golpe de mirada. A partir de ahí, todo es exceso, aunque contenido. Quince bailarines (siete mujeres y ocho hombres), música en los más alto durante casi toda la hora del trabajo (composición de David Kiers y voz de ELIAS), iluminación (dramática, apocalíptica), texto y voz del coreógrafo,… Protagonist (2016), obra del Jefta van Dinther (Utrech, 1980) para la reputada compañía sueca Cullberg Ballet (fundada en 1967), recorre un sombrío camino de búsqueda de la individualidad a través de lo grupal, en una reflexiva propuesta que tiene su clave en la repetición (corporal, atmosférica) y una lúcida contención para tan ardua lucha. Diseñada en dos diferenciadas partes (hipnótica, la primera; más frágil por su insistencia, la segunda), los intérpretes deambulan solitarios entre la muchedumbre con pocos momentos de identidad coral, en un fragmentado lenguaje que recuerda a la deconstrucción de lo corpóreo que trabaja el coreógrafo Alain Platel desde hace años y que funciona aquí para la transmisión del desamparo en el que parecen hallarse. ¿Cómo ser único? ¿Cómo encontrar mi cualidad? En lo primitivo, el origen, responde el autor de la pieza, en esa segunda parte del montaje, dilatada en una sobrada reiteración, en la que los bailarines involucionan (o evolucionan, según se mire) a un estado físico de primate. Protagonist, por momentos concierto bailado, tal es la significativa presencia musical, se presenta como sugestivo trabajo con ocasión para la contundencia escénica: los quince frente al público en un silencio que se hace atronador y deja ver, entre otras cosas, la fragilidad del espectador.