Entrevista al bailarín y coreógrafo Daniel Abreu realizada para la Revista Godot, por el estreno de El Arco.
Fotos: © marcosGpunto
El encuentro con Daniel Abreu se produce el 19 de abril en la librería Tipos Infames de Madrid, y ambos datos, fecha y lugar, se presentan relevantes. El coreógrafo, bailarín y gran lector, Premio Nacional de Danza 2014 en la modalidad de creación, no suele cerrar del todo sus obras hasta momentos antes del estreno, horas, en ocasiones. Y a un mes de mostrar El Arco, Abreu se disculpa ante la palabra. “Para mí es muy difícil hablar de los procesos, incluso cuando han pasado. Tengo que construir un discurso para defender algo que yo he hecho desde otro lugar”.
Sin embargo, y a pesar de su percepción, el discurso de Abreu también encuentra contundencia más allá de lo corporal. Y seguramente, responda este hecho a la conversación continua que el creador establece con su trabajo, al ejercicio de escucha que desarrolla con sus piezas, más de sesenta hasta la fecha. Daniel Abreu habla con ellas, “como lo hacemos ahora mismo tú y yo, aquí”, apunta. Y en el diálogo, atravesado por el tiempo y el espacio, con su propio cuerpo como una especie de atril en el que sustentar ideas, descansa gran parte de una personal eucaristía dancística. “Mis trabajos nunca parten de una necesidad artística del momento porque doy por hecho que la hay siempre, que es mi manera de comunicar o contar. Soy tomado por mis obras, y aunque pueda sonar hippie, yo solo soy el que cuenta o las representa”.
Sugerir o no ser
Escuchar a Abreu hablar de sus creaciones, es como sentarse en un campo de amapolas a pensar en la primavera: el compromiso de la unidad de algo, en este caso, alrededor de la danza. Contexto, sujeto y objeto se consolidan en un solo punto: el de la existencia misma, el de no poder dejar de ser. Un creador involucrado con su creación para su propia supervivencia. Seguir leyendo