Crítica de Babel (Words). Coreografía: Sidi Larbi Cherkaoui y Damián Jalet. Teatro de Madrid. 28 de mayo de 2010.
Despunta Sidi Larbi Cherkaoui en el panorama dancístico internacional, desde hace años, y por el Festival de Otoño ha presentado hasta la fecha, algunos de sus más recientes montajes. En esta última entrega de la muestra madrileña, celebrada por primera vez en primavera, el coreógrafo belga de origen marroquí, ha cerrado una trilogía que se inició en 2003 con el trabajo Foi, continuó con Myth (2007), y ha terminado en 2010 con Babel (words), trabajo concebido junto a Damián Jalet, visto en la capital hace algo más de un mes. Fiel a sus inquietudes, como coreógrafo y ser humano, situadas en el plano de la identidad y todo aquello que configura la de un individuo o sociedad (religión, idioma, etc), Larbi ha prolongado en este Babel su disertación sobre lo que une y separa a cualquier sujeto y su colectividad, con la misma seriedad, aunque exenta de dramatismos, que viene definiendo su obra y talento, marcados los dos por una profunda sensibilidad y acierto a la hora de trasladar su mensaje a las audiencias. Contiene Babel, también, esa sobreinformación que se dan en los trabajos de Sidi Larbi, donde el escenario se convierte en contenedor de múltiples testimonios, con infinidad de matices. Y músicos, intérpretes, y escenografía, comparten espacio y temporalidad configurando momentos escénicos de gran intensidad informativa y emocional. Especial atención merecen los intérpretes de la pieza, quince en total, heterogéneos y compactos al tiempo (tal es la unidad de grupo que se respira en el montaje, otro sello de los trabajos de Larbi), protagonistas indiscutibles de la razón de ser de Babel. Con diferentes nacionalidades y procendencia, los bailarines-actores, estereotipados por los tópicos de su origen geográfico (el japonés que reclama su hegemonía por el avance tecnológico de su país, el americano que hace uso de su poder colonizador, el francés que desarrolla el arte de la seducción..), sustentan gran parte del acierto de esta obra, en la que no faltan los momentos para el humor. Amparada en una aparentemente sencilla escenografía, pero de uso complejo, dibujada por plataformas de metal de uso dispar (ahora un cuadrilátero, ahora el marco de un cuadro), Babel es ejemplo de oficio, agudeza y sensibilidad, ensombrecida, quizá, por su metraje dilatado hasta las dos horas, innecesarias casi desde cualquier punto de vista.
(Publicada en Susy Q. Revista de Danza. Año 2010)