Crítica de Olvido… de hilo blanco. 10&10 Danza–Narváez Arróspide y Runde. Festival Internacional Madrid en Danza. Sala Cuarta Pared (Madrid). 26 de noviembre de 2016.
Si el olvido es de hilo blanco, tal y como advierte el título de la nueva obra de 10&10 Danza, con coreografía de Mónica Runde e Inés Narváez, los recuerdos, por los que parecen transitar los intérpretes, se presentan de negro en esta obra que ha tenido su estreno absoluto en el Festival Madrid en Danza, que se desarrolla estos días en la capital. De este color visten los siete bailarines que conforman la obra (destacables las interpretaciones de Carmen Fumero y la propia Runde, que vuelve a mostrar la capacidad que ostenta desde siempre, para llenar la escena con su sola presencia), y en ese estado emocional, oscuro, navegan los protagonistas, en una pieza en la que es reseñable una reveladora escenografía, que sigue la senda iniciada por Narváez y Runde en Reflexiones de una disléxica (2015) y contiene significado propio, como si de una instalación artística se tratara, disciplina también explorada por las dos creadoras con Reflexiones de un alemán (2016). «El olvido es un regalo de la memoria», decía Luis Rojas Marcos, y el discurso sobre el que se sustenta este montaje, viene a reforzar esta lúcida premisa, mostrando el difícil y doloroso camino de la rememoración. La marcada diferencia en la que se disponen los bailarines (Mónica Runde e Inés Narváez, en un estado espacial, de vestuario y movimiento, distinto al resto), parece querer acentuar los dos posibles planos en los que la memoria (y su ausencia) se sitúa: el evidente y el soterrado, que acaban por encontrarse en la parada de la aflicción. «¿Qué hacemos aquí?», se escucha en la obra. Reconstruir, podría ser la respuesta. Y por el trayecto que peregrinan, sin escapatoria. El movimiento coreográfico, in crescendo, de lo pausado a la intensidad, y cíclico, es foco en este onírico y evocador trabajo en el que una hermandad de recordadores bailan (y luchan) hacia el olvido.