Dice Holly Golightly a Paul Varjak (`Fred´) en Desayuno con diamantes. Seguramente uno de los personajes femeninos más fascinantes, por sus aristas y matices, que ha dado el cine internacional. Sin duda, el más recordado en la trayectoria de Audrey Hepburn (Bélgica, 1929-Suiza, 1993), que hoy 20 de enero hace 19 años que murió. La actriz ha dejado un incuestionable legado cinematográfico plagado de esas interpretaciones que a veces traspasan la irrealidad de la ficción para instalarse en la vida doméstica de cada cual. Pero mucho antes de eso, una jovencita Audrey Hepburn, soñó y sudó para ser bailarina. “Desde los 6 a los 20 lo deseé con todas mis fuerzas”, confesó en una ocasión. La mismísima Marie Rambert, fundadora de la Rambert Dance Company en 1926, se hizo cargo de su educación durante una época. Pero la Segunda Guerra Mundial y ciertas dificultades económicas tras el divorcio de sus padres, truncaron aquel futuro dancístico idealizado por Hepburn. Sin embargo, el cine le dio la oportunidad de cumplir con aquel sueño primario y le ofreció la posibilidad de bailar para millones de personas. Como en The Secret People (1952), donde una Audrey Hepburn de 23 años deleita con unas cuantas frases de ballet. O Funny Face (1957), en la que comparte cartel y bailes con Fred Astaire (y en solitario). Dos ejemplos de una intensa vida artística que una vez estuvo soldada a la danza.
The Secret People (1952)
Funny Face (1957)
“El enfaticalismo va más allá de la simpatía. Simpatía es entender lo que siente otra persona. Enfaticalismo es proyectar nuestra imaginación hasta sentir realmente el estado de ánimo de otra persona. Se coloca usted en el lugar de otro semejante. ¿Me ha comprendido?”
Breakfast at Tiffany’s (1961)
—¿Conoce usted esos días en los que se ve todo de color rojo?
—¿Color rojo? querrá decir negro.
—No, se puede tener un día negro porque una engorda o porque ha llovido demasiado. Estás triste y nada más. Pero los días rojos son terribles, de repente se tiene miedo y no se sabe por qué.