Texto de La Chachi para la sección `Hola, soy coreógrafa/o´. Idea y coordinación: Mercedes L. Caballero

Hola soy coreógrafa. Mi madre me dijo que cuando empecé a andar lo hice en el pasillo de casa bailando al ritmo de una canción, por lo que creo que llevo mucho tiempo siendo coreógrafa. Ahí, en los pasillos de mi casa, es donde más me gusta bailar. Ella también dice: “A mi Mari le gusta lo prohibido”.

Soy flamenca por que así lo dicta mi corazón y mi formación, es mi más importante canal de transmisión, además de ser el causante de la mayor fascinación de mi vida: hibridar este arte cuasi intacto (pensamiento, forma, discurso) con las infinitas posibilidades del mundo. Pero no para el mundo, sino para mí, en mi casa con un vaso, haciendo una tostada, con trap o techno de fondo, una conferencia del youtube, interpretando personajes imposibles… cualquier acción, melodía o contexto al servicio del ritmo y baile flamenco y a fliparr. Esto es infinito.

Todas mis creaciones siempre parten del juego, lanzar elementos al aire, fluirlos, explotar posibilidades y decidir qué materiales interesan. Todas mis creaciones han comenzado en mi casa.

Licenciada en ambas disciplinas (danza española / flamenco e interpretación textual), máster en técnicas e interpretación de la danza, mi primera compañía fue de teatro gestual, me especialicé realmente en flamenco con La Lupi, me formé paralelamente en danza contemporánea, danza urbana y recibí diferentes curso de nuevas dramaturgias junto a Alberto Cortés.

No sabemos cómo pero pude combinar mi back ground vital (vivía en fabricas okupadas, montaba raves en camiones por Europa, etc…) con la formación por lo que cuando comencé a desarrollarme como creadora a los 29 años, tenía muy claras las líneas de investigación que me vibraban en la entrepierna.

Comencé a trabajar y a formarme con directores en nuevos lenguajes como Miguel Palacios o Alberto Cortés que me dieron la posibilidad de explayar mi imaginario, un imaginario que viajaba entre lo gestual y lo flamenco y que por la dirección o dramaturgia se sometía a contextos conceptuales insospechados.

Aquí me di cuenta que todo era posible.

Podía bailar una seguirilla con pelos en las manos, con gestos de una rata a compás, follarme el suelo bailando a ritmo de soleá… hablarme mientras taconeo.

La Ribot, Rodrigo García, Sylvie Guillem, Lorca, Angélica Lidell, La Veronal, la danza urbana, Marcel Marceau, poetas y poetisas contemporáneas, el rap, Bob Wilson, Peeping Tom, Pina Baush, todas las creadoras contemporáneas de Málaga, etc. Todos estos universos se podían integrar en el flamenco.

Comencé mi carrera en solitario en 2015 con la micropieza La gramática de los mamíferos. Parte 1: adicciones. Tenía un inquietud personal por la investigación, sentí que mi futuro no podía depender de la llamada de un director/ora, además tenía ganas de contar mis historias.

Ese mismo año empecé a enredarme con músicos de jazz y la improvisación libre. Julián Sánchez me sumergió en este maravilloso mundo. Aquí no se demuestra nada, no existe el error, abandonarse al precipicio de lo desconocido, la magia instantánea, la comunicación con los compañeros… Punto importantísimo de inflexión en mi manera de concebir el acto creado, venía cargando con una disciplina flamenca muy apegada a la técnica, al ritmo por derecho y a la virtud corporal. Mi cabeza comenzó a hacer crack, mis extremidades hicieron crack.

En 2017 se estrena la pieza larga de los Mamíferos. Como dramaturga quería hablar de la debilidad humana, con un discurso canalla, semiridículo y muy gestual_flamenco, esta pieza me ha ofrecido sólo bendiciones. Aquí volqué todas mis líneas de investigación coreográfica: bailar con las superficies, con objetos, deformarme, bucles, impros bailando en pequeñito o al extremo, hablar mientras me muevo…

En los bares a gorra me iba con los músicos a improvisar pero toda la producción o colaboración que generé entre 2008 y 2019 estaba aferrada a esta manera de construir: teatral, semicómica, la dramaturgia soy yo y mis historias, interacción con el público, personajes y coreos semi cerradas con un trabajo profundo en integrar gestualidad (abstracta o ilustrada) con baile y ritmo flamenco.

Este batiburrillo me flipa pero algo se estaba transformando en otra cosa.

Mi segunda pieza larga en 2019 La Espera. Convento-rave-flamenco, fue pieza-crisis.

Como ya he comentado donde más me gusta bailar es en mi casa, a veces puedo quedarme horas, y en una rave. Dejar que tu cuerpo te lleve con los ojos cerrados, confiar, además no puedes manipular tu mente con posibilidades preconcebidas. Danger… toda la magia cae.

Mi ultima producción Los inescalables Alpes, buscando a Currito es una impro de 1 hora donde un cuerpo en peregrinación ininterrumpida llega a su máximo cansancio acompañado sólo de un estribillo rociero.

Los inescalables tienen una manera de moverse: “flamenco y krump”. 8 meses, y los que quedan, descubriendo cómo pueden adueñarse de mi cuerpo, desde lo mínimo y el suelo hasta la vertical y el extremo. Generar nubes de materiales que caen en la puesta a público, materiales hiper trabajados pero lanzados a la nada.

Romper con la narrativa y meter el dedo en un sólo motivo. Buah, esto también es infinito. La técnica al servicio de la creación instantánea… aquí quiero quedarme un rato. Desbocada, destilando lentita y con muchas ganas de seguir jugando.

Empecé a andar con un cuerpo que ha sido enemigo y aliado, odiado y alabado, al que he retado continuamente en busca de la técnica perfecta, transformándonos mil veces, en mil formas, de mil maneras…
Él exige sacrificio.
Lo cósmico ilumina o se paga.
Lo mágico hace que no seas tú la que determine lo sucedido.
Se atormenta cuando no salen las cosas. Me retorcían sus debilidades.
Cada vez nos entendemos mejor abandonando exigencias, concentrándonos con sabiduría en los objetivos, bendiciendo sus virtudes y fragilidades.
Ya no busco la técnica perfecta (la técnica ya está en mí) sólo busco conectarme a él y abandonarme a su delirio.