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Danza y poesía a 400 kilómetros – Unblogdedanza

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En tiempos de confinamiento y aislamiento físico se ha producido un interesante encuentro creativo entre la palabra y el movimiento, la poesía y la danza. Sin más vínculo que el de una red social, salvoconducto virtual de acceso sin límite, el trabajo de la bailarina y coreógrafa Matxalen Bilbao, desde su casa en el norte, y el de la poeta y editora Nuria Ruiz de Viñaspre, desde la suya en la capital, se han visto unidos por una necesidad de creación individual y admiración mutua.

Fue el 9 de abril cuando Matxalen Bilbao publicó un vídeo en la red y Nuria Ruiz de Viñaspre contestó con un poema. “Recuerdo que el sol entraba por la ventana y pensé en jugar un rato, sin ningún ánimo”, explica la coreógrafa. “Al mirar lo que grabé percibí toda la belleza, la metáfora y quise compartirlo, representaba la situación de todos. En fin, tuve una sensación de que iba a ayudar. Lo publiqué y Nuria respondió con un corto y bello texto. Así de sencillo. Desde entonces vamos juntas cada una desde su casa”. “Me quedé estampada contra su ventana, en Bilbao, frente a un ordenador situado en un salón en Madrid”, cuenta Ruiz de Viñaspre. “Al momento de ver su pieza, a 400 km de distancia, supe que estaría allí en forma de palabras. Acompañando. Así fue como la abordé, abiertamente. Porque fue eso, un arrollamiento, un precioso atropello que ella aceptó al instante”.

Casi un mes y medio después, esta aventura espontánea ha cristalizado en más de diez piezas agrupadas bajo el nombre de Microdanza confinada. Un proyecto sin más aspiración que la de compartir querencia por la creación, desde el movimiento y la palabra, de dos personas que no se conocen todavía. “Hace un año sí tuve oportunidad, como una espectadora más, de ver su Serenity Suite junto a Natalia García Muro”, apunta la poeta. “Pero mi único contacto fue una reseña que escribí para el festival Ellas Crean dirigido por Concha Hernández”. “Tenemos ganas de vernos”, añade la coreógrafa. “Vamos conociéndonos de una manera sobre todo artística y por lo tanto muy humana”.

El patrón de creación conjunta para todas las piezas que llegaron después de aquel encuentro virtual, repite la fórmula que lo desencadenó: primero el movimiento, después la palabra. “Grabo una improvisación en la que tengo una pauta física y de estado de ánimo concreto, me gusta la frescura de la impro de no atar nada, y después, envío a Nuria las imágenes en crudo y ella escribe sobre lo que siente. El ultimo paso es editar el vídeo, donde, por decir de alguna manera, se construye la microdanza. Se encaja la música y es entonces cuando se produce esa magia y adquiere otra dimensión”.

No es la primera vez que coreógrafa y escritora se relacionan con poesía y danza. En este sentido, Nuria Ruiz de Viñaspre mantiene una fecunda relación con el Festival Ellas Crean para el que escribe sobre su programación y donde ha descubierto buena parte del trabajo que le interesa como espectadora. “Me gusta mucho Natalia Fernades, me entusiasma la relación que tiene con el cuerpo y cómo lo sitúa en el espacio y dialogan de una manera igualmente poética y experimental. También Manuel Rodríguez, absolutamente todos los trabajos de Antonio Ruz, también Sharon Fridman, Lucía Marote, o Blanca Arrieta y Muriel Romero, me quedé con ganas de ver a estas últimas en la edición ya pospuesta de Ellas Crean… Matxalen, por supuesto, por esos gramos de intimismo a los que te aboca. Por su concepto de belleza, muy cercano al mío». Por su parte, la bailarina y coreógrafa ha participado en varios recitales de poesía, música y danza y aunque confiesa que la poesía es un mundo aun por descubrir, siempre ha estado cerca de la palabra. “Conozco a los clásicos, Antonio Machado, Pablo Neruda, Lorca… De los contemporáneos podría nombrar a Gioconda Belli y Giuseppe Penone”.

Sobra la continuidad del proyecto ambas coinciden en la ausencia de un plan que no pase por esa consecución lógica y natural con la que esta iniciativa nació y se va desarrollando. “Creemos que es un proceso que finalizará de un modo natural, tal y como empezó. Según vayan pasando las fases de la desescalada pensamos que encontrará su punto final”, explica Matxalen. “Digamos que la consigna aquí es disfrutar, no forzar, dejarse llevar por la belleza hasta que la belleza quiera”, concluye la poeta.

 

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