Ubicado en el Centro Cultural Eduardo Úrculo de Madrid, se ha desarrollado entre el 8 y el 10 de abril el joven Certamen Coreográfico del Distrito de Tetuán, que ha cumplido su tercera edición en la recién finalizada entrega de 2016. Este emergente concurso, que es también plataforma para la visibilidad de la creación actual en danza contemporánea y danza española y flamenco, destila solidez con tan solo tres ediciones a sus espaldas y dos máximas se alzan responsables en el vigor que ostenta en tan corto recorrido, pasando por una minuciosa organización y el destacable nivel propositivo en los trabajos mostrados.
Nació de la necesidad existente de nuevos lugares para la difusión de la danza, necesaria por la cantidad de producción y el olvido que a menudo se profesa alrededor ella, y cristalizó con el impulso de sus propios directores, los creadores Teresa Nieto y Daniel Doña. «Si Daniel o yo, como tantas compañías, tenemos dificultades para mostrar nuestro trabajo en Madrid, por falta de plataformas de exhibición, aún más pueden tenerlas los más jóvenes», declara Teresa Nieto. «Se trata de un problema general y había que echar un cable. Por otro lado, el Centro Cultural Eduardo Úrculo es el único en Madrid que tiene dos compañías de danza residentes – la de Teresa Nieto desde hace seis años; desde hace tres la de Daniel Doña – y tiene una clara intención y voluntad de promocionar la danza, así que por qué no organizar un certamen con la posibilidad de llegar también a público nuevo». Ese público, congregado alrededor de esta disciplina, dibujaba una interesante composición entre los vecinos del barrio habituados a acudir a las actividades programadas en su centro, profesionales de la danza y espectadores habituales interesados en conocer la nueva creación. Una imagen, la del patio de butacas, que anima a pensar en la elaboración de nuevas audiencias para la danza y responde también a la heterogeneidad de este certamen, abanderado en congregar varias disciplinas bajo un mismo paraguas. «Es un reflejo del trabajo que hacemos, Teresa Nieto desde la danza contemporánea y yo desde la española», explica Daniel Doña. «Pero sobre todo es una invitación a la convivencia, a la búsqueda, el respeto y la apertura y una invitación a establecer caminos de ida y vuelta entre las disciplinas».
Tras una primera selección realizada por los directores del certamen sobre el centenar de propuestas recibidas, doce fueron los trabajos que se vieron el 8 y 9 de abril, pasando ocho de ellos a la final, celebrada el día 10 y componiendo una amplia radiografía de la reseñable cota creativa que se vio. En el apartado de danza contemporánea se alzó con el premio a la mejor coreografía el trabajo Gárgola, solo del creador e intérprete Jordi Vilaseca. Un concluyente montaje que encuentra su eficacia en la sólida madurez creativa e interpretativa del creador, mecida por la sencillez y la austeridad. Destacó también el trabajo de dos jóvenes canarios que comienzan andadura en la creación: Invierno, de Daniel Morales, montaje estrenado en la pasada edición del concurso Masdanza, que ha crecido en contundencia y limpieza cristalizando en uno de los trabajos más interesantes vistos en esta edición del Certamen (Morales se alzó con la mención especial al bailarín sobresaliente en la modalidad de danza contemporánea) y Burnt, de Cora Panizza, otro destacable solo en el que la ecléctica formación dancística de su autora e intérprete juega a favor en la búsqueda en la que se encuentra. También se vieron los trabajos Time Out, de la Compañía Aula 3; Solo juntos, de Lucio Baglivo y Hay solo una piedra en el camino, de Kristina Shiderova.
En el apartado de danza española y flamenco, dos espectáculos compartieron el primer premio a la mejor coreografía en esta modalidad: Encuentros, de Denis Santacana y Víctor Fernández y El Espejo, de Vanesa Aibar, compañía Danza Mobile (Aibar también se alzó con la mención especial a una bailarina sobresaliente en este apartado). Dos trabajos que comparten inquietud por nuevos preceptos contemporáneos con los que abordar la danza española y el flamenco (desde la concepción del espectáculo hasta la puesta en escena, pasando por el material coreográfico, reseñable éste especialmente en Encuentros) que arrojan nuevos nombres al aún tímido camino de una nueva danza española. Marchando, de Mónica Iglesias; Los restos del naufragio, de Nieves Rosales y Marcos Morales; Pujanza, de Alejandro Lara que ganó el premio del público y Ya le llamaremos, de José Galván, el resto de trabajos vistos en esta modalidad durante la tercera edición del Certamen Coreográfico Distrito de Tetuán, que repartió varios premios (Ver palmarés completo AQUÍ). El de mejor coreografía, galardón más destacado, está dotado con 1500 euros en cada modalidad.
Durante el Certamen se pudo visitar, además, la exposición Retrospectiva, de la fotógrafa Beatrix Mexi Molnar, configurada con 20 imágenes de la edición 2015 de esta nueva cita con la creación contemporánea en danza, que ha encontrado un nuevo y relevante foco en el Distrito de Tetuán.