Fue el festival Dansa València, durante mucho tiempo (desde su nacimiento en 1988 y hasta casi quince años después), foco para la exhibición de la danza contemporánea del país. Plataforma, encuentro, lugar para los profesionales y para un público apegado, se alzaba esta muestra como lugar indicado para medir la salud creativa de la creación dancística nacional y como sostén de artistas consagrados y emergentes. Luego llegó su prorrateo en el tiempo, incluyéndose como parte de toda una temporada teatral. Y también la pérdida de parte de su identidad, como festival y emplazamiento indiscutible. Del 6 al 9 de abril, Dansa València ha resurgido con espíritu de recuperación. De aquellos años, de su naturaleza original. Y curiosidad, apoyo, interés e incluso añoranza, se han podido palpar entre los asistentes. Y una concreción: a la danza contemporánea, en este marco, se la esperaba. Mecidos por sol y buena temperatura, los espectáculos programados se han visto arropados por un nutrido número de espectadores, repartidos en espacios al aire libre como la Plaza del Patriarca y teatros como el Rialto, el Principal y El Musical, con entradas agotadas. Una audiencia, tan profusa como ecléctica, que insufla optimismo y promesa. De la nostalgia a la esperanza en cuatro días.
Bañadas por una intensa actividad, las jornadas de este recién finalizado Dansa València han acogido espectáculos (un total de 13 compañías programadas, 6 de ellas afincadas en esta ciudad), actividades paralelas (hasta 8, con clases magistrales, encuentros, conferencias y cine) y mesas de trabajo para los profesionales.
Una muestra de siete agrupaciones valencianas, enmarcada bajo el nombre de Misión Inversa y auspiciada por AVED (Asociación Valenciana de Empresas de Danza), abrió el Dansa València, el día 6 a las 10.30 de la mañana en el Teatro Rialto, dando cuenta, sobre todo, de calidad interpretativa. En cuanto a discursos, destacaron Atlas, de La Coja Dansa y Pélvico, de Otra Danza, por contener premisas más enmarcadas en el riesgo y la aventura de la búsqueda. Otras compañías autóctonas se vieron a lo largo de este día como el Ballet de la Generalitat, que mostró El cant del cos en la Plaza del Patriarca y Proyecto Titoyaya, dirigida por Gustavo Ramírez Sansano, que está cumpliendo diez años de trayectoria y lo celebró, en este festival, con Lluita. La Sala Matilde Salvador de la Universidad de Valencia La Nau, fue escenario de esta propuesta dibujada alrededor de tres piezas (de los creadores Eduardo Zúñiga, Sansano y Daniel Abreu, mostradas en ese orden y con cierta continuidad, como escenas de un mismo espectáculo), que gira alrededor del concepto de lucha y encuentra en su disposición circular, cristalizada alrededor de una plataforma inspirada en el dohyo japonés, uno de sus distintivos. El Teatre Principal acogió All ways, última propuesta de este primer día de festival. Creación de Sharon Fridman estrenada en octubre de 2016, la pieza respira en la atmósfera, disposición y carga interpretativa de Caída Libre, anterior trabajo del coreógrafo, y tiene en el cuidado dispositivo de luces, que ayudan en la construcción de oníricas imágenes, una de sus mayores insignias.
Los creadores y bailarines Marco Vargas y Chloé Brûlé, con el estreno de Naufragio Universal, una pieza de calle que implica al público hasta convertirlo en parte escenográfica, que ahonda en cuestiones como la solidaridad, y se desarrolla desde el flamenco contemporáneo que estos dos coreógrafos vienen trabajando juntos desde 2005; Double Bach, encargo del músico Pablo Martín Caminero al coreógrafo Antonio Ruz, interpretado por Tamako Akiyama, sobre y con el contrabajo de Caminero, a través de la adaptación musical que realiza de las Suites para violonchelo 1 y 2 de Bach, y Voronia, de La Veronal, trabajo para 8 bailarines que se adentra en el concepto del infierno y del mal, para devolver uno de los espectáculos más sobrecogedores de la muestra, dibujaron la segunda jornada del Dansa València, que se desarrolló en la Plaza del Patriarca, Rialto y Teatre El Musical, éste último en la apuesta por la danza que viene realizando desde su nueva dirección.
Las compañías Maduixa con Mulïer, en su versión de calle y Otra Danza, celebrando también su décimo aniversario con Sacra, y las creadoras Paula Quintana que estrenó Siempre en algún lugar y Roser López Espinosa con el espectáculo Noviembre, cuidado y divertido trabajo alrededor del juego en el que sus tres intérpretes son clave en la eficacia resultante, trazaron la tercera entrega del Dansa València, que cerró su último día con los estrenos de #DeTraca, de A tempo Dansa y Still life, de Taiat Dansa, así como Shy Blue de la compañía Elías Aguirre.
Clases magistrales con Gustavo Ramírez Sansano, Asun Noales y Marcos Morau, el encuentro entre creadores y público, protagonizado por Antonio Ruz y Marcos Morau; la conferencia sobre danza española impartida por Antonio Najarro, director del Ballet Nacional de España; la presentación de la editorial de danza Mahali y la proyección del documental Sota Terra de David Batlle, sobre el proceso de creación de Voronia, algunas de las actividades paralelas que también han dado forma a esta nueva edición de un Dansa València, organizado por el Institut Valencià de Cultura de la Generalitat, con la colaboración del Ayuntamiento, y coordinación de Leonardo Santos, que renace desde el ánimo y la necesidad de marcos para la danza.