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Hola, soy coreógrafa/o. Guillermo Weickert – Unblogdedanza

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Texto de Guillermo Weickert para la sección “Hola, soy coreógrafo/a”.  Idea y coordinación: Mercedes L. Caballero.

Hola, soy coreógrafo y me llamo Guillermo. Soy coreógrafo de danza contemporánea, entre algunas otras cosas a las que también me dedico, casi todas relacionadas con la artes escénicas: interpretación, dirección, puesta en escena, docencia artística… Esta diversificación me permite el lujo de disfrutar intensamente de las ocasiones en las que puedo dedicarme a la creación coreográfica (cuando me dejan o cuando las circunstancias me lo permiten), sin necesidad de hacerlo en condiciones en las que no me sentiría ni libre, ni a gusto. Ya sea por cuestiones de tiempo, de ética laboral, de presiones externas… Vaya por delante que soy bastante todoterreno y disfruto en todo tipo de géneros, estilos y contextos. Disfruté muchísimo haciendo la coreografía del primer The Hole; uno de mis coreógrafos más amado e inspirador, Bob Fosse, hacía musicales y tengo un proyecto en el cajón para hacer una revista por todo lo alto. Pero en lo que a mi práctica coreográfica personal se refiere no todo me vale ni me satisface. Me resulta delicado resumir mis principios porque, al contarlos, adquieren tono de certezas. Cuando lo que me apasiona de este ámbito es el carácter de laboratorio, en el que investigar y jugar, precisamente con mis incertidumbres, debilidades e incapacidades y reivindicarlas como aspectos válidos de una manera de estar en el mundo. Así que quizás, lo mejor es empezar por las pocas cosas que sí tengo claras y que se han ido transformado en decisiones:

Soy lento y necesito un proceso a mi ritmo. La creación coreográfica la entiendo con un tempo artesanal, algo que me proporciona un centro muy importante y seguro en estos tiempos en los que todo va, para mí, demasiado deprisa. Fui feliz el día que me desprendí de la presión de producir en base a los calendarios de las subvenciones o de las programaciones. Y sin embargo mi práctica avanza cada día. Soy coreógrafo todos los días: lo que me ocurre influye en mi creación y al revés. Tiempos lentos de cocción, el cuerpo tiene sus propios ritmos y yo he decidido respetar el mío. Vivimos un momento cultural muy duro, pero además de quejarnos y luchar por cambiarlo podemos tomar nuestras decisiones al respecto. Yo en 2009 decidí, junto a Toni Hurtado de El Mandaíto Producciones, que sólo trabajaríamos con equipo cuando pudiéramos ofrecer condiciones laborales que consideráramos justas. Eso ha condicionado radicalmente mi producción. Resultado: pocas ocasiones para creaciones de grupo y mucho solo. Creo que tu ética laboral comienza a conformar tu discurso artístico. Cuestiones de ética y de tiempos ya resueltas, el proceso, el cuerpo y el viaje del intérprete son los protagonistas como objetos fascinantes de una búsqueda llena de interrogantes. El proceso abarca todos los elementos de la creación/producción y al equipo humano: lo que nos pasa acaba conformando la obra de una forma imprevista y algo mágica. Para mí, eso es creación: creo en la dramaturgia procesual. Si tengo la foto exacta del resultado antes en mi cabeza, si no me sorprende el proceso, para mí se trata más bien de la construcción de un espectáculo. También me gusta vivir eso, pero no me arrebata de la misma forma.

La importancia del cuerpo es primordial, es el centro de mis prácticas (artísticas y personales), es mi canal de conocimiento y de relación con el mundo en el que vivo. Pero me despreocupa profundamente que el resultado tenga que ser más o menos bailado o técnico (asumiendo esa identificación general y para mí errónea de la “técnica” con la danza clásica y sus derivaciones en códigos más contemporáneos, pero igualmente académicos: parece que en nuestro sector hay una gran dificultad para terminar de emanciparnos de esta herencia y reconocer con la misma categoría y valor las otras múltiples opciones de entender el movimiento, la interpretación y la danza escénica). Nada me gusta más que aprenderme y bailar unos pasos, pero una variación de clase no hace para mí un espectáculo. En escena me deserotiza reconocer los pasos, las aristas, la estructura, las pautas… La coreografía me tiene que funcionar como un dispositivo que mantenga al intérprete ocupado y esforzado, para que libere y desprenda esa materia inestable e inaprensible que genera atmósferas y permite la trascendencia.

Como espectador soy muy bueno y me puede llegar a gustar casi de todo. Como creador, me vuelvo muy exigente y no quiero que se vea la inteligencia ni la idea del director: quiero que haya fluidez, que corra la vida lo más libre posible y que me vapuleen y me lleven a sitios sin ser consciente, desde la invitación, pero con autoridad y contundencia. El error y el fracaso son aspectos irrenunciables de la coherencia de este intento. Me desinteresan las líneas de trabajo únicas, las trayectorias lineales; me apasiona moverme en los espacios que se crean entre varías líneas de forma simultánea y las tensiones y cortocircuitos que producen sus intersecciones y cruces, los espacios intermedios y el tránsito como estado en sí (en la vida, en las cuestiones de género y en las artísticas), por lo que me resulta agotador e inútil la presión de definirte, justificarte, venderte continuamente (a no ser que lo conviertas en sí mismo en un proyecto artístico y te puedas reír de ello y de ti mismo).

Soy coreógrafo, creo. No me importa que esto sea cuestionado, yo también me lo cuestiono: danza, teatro físico, performance, interpretación… me estoy reprogramando mi visión dualista de las cosas, me estoy quitando de entenderlas como la oposición a sus contrarias. Entiendo que nos han educado para vivir en el confort protector, pero también limitante de las etiquetas y los compartimentos, los circuitos y las manadas. Pero yo he dejado de verles sentido. Lo que realmente me importa es ir acercándome a mi esencia creativa en todo lo que hago. Extender, desde lo físico, la conciencia a planos más sutiles y complejos y al mismo tiempo ser capaz de tender puentes con tu entorno, no perder la capacidad de comunicarte con tu tiempo, permitir la multiplicidad de lecturas y miradas. Que lo que haces, a cualquier nivel que sea, signifique algo para cualquier tipo de espectador, que ayude a la transformación constante de todas las cosas. Sé que voy en el buen camino cuando me produce placer y diversión, cuando a pesar de las dificultades prevalece la ligereza, cuando a pesar de la dureza resulta fácil, cuando sobre la capa gris que quiere envolverlo todo brillan la ilusión y las ganas. Mi próximo trabajo se llama Ganas. Es un solo que podría acabar siendo una obra de grupo y que conecta con todo esto de lo que os he hablado. La presento el 17 de Noviembre en La Pedrera de Barcelona.

https://vimeo.com/186879091

 

https://vimeo.com/173719024

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